Me tragó el igualma
-
Categorías:
- Ciencia ficción
Al morir su madre, el protagonista es un niño y se ve obligado a vivir con su padre, poeta vagabundo que se dedica a cosechar los frutos de los árboles-monte.
Al morir su madre, el protagonista de Me tragó el igualma no es más que un niño y se ve obligado a vivir con su padre, poeta vagabundo que se dedica a cosechar los frutos de los árboles-monte. Juntos, recorren el mundo durante años. El padre es minero del verso, brujo de la palabra y domador de fuerzas telúricas; como tal, sabe que su destino está sellado. El hijo, en cambio, contempla insomne las estrellas mientras ansía liberarse de la gravedad planetaria.
¿Está el ser humano, a estas alturas de la historia, a salvo de las fuerzas que esculpen al resto de seres vivos? ¿Es dueño y señor de su propia evolución? ¿Qué quedaría de él, si decidiera ser escultor de sí mismo? ¿Reconoceríamos nuestro cuerpo, o nuestras emociones, al cabo de pocos siglos? Cuando acusan a su padre de terrorista y lo encarcelan, muchos lo exhortan a defender la obra de su progenitor mediante la fuerza de las armas. Él, sin embargo, recuerda las estrellas y considera que ha llegado la hora de dejar todo atrás, amores y deberes, horarios y recuerdos, para asumir su destino como hombre... o como igualma.
Sobre el autor:
Víctor Guisado nació hace cuarenta y cinco años en Extremadura, más cerca del Atlántico que del Mediterráneo, y se puso a mirar las estrellas casi inmediatamente. La sensación de desconcierto lo ha acompañado toda su vida desde que tiene uso de razón. Estudiar Física no le ha servido de nada para atenuarla. Leer a Cervantes tampoco, pero hace que se sienta menos solo. Respecto a lo de estudiar Física, le sirvió para que su asombro adquiriera dimensiones cosmológicas, o se refugiara en una partícula subatómica. La primera novela que leyó por iniciativa propia fue una de Isaac Asimov, Segunda Fundación, y ya no pudo parar. Arthur C. Clarke, Ray Bradbury, Philip K. Dick, Paul Auster, Cormack McCarthy, Miguel Delibes, Juan Marsé, Ducharme... son nombres que acuden a su memoria cuando piensa en sus lecturas. Quizá algún día yo aparezca en la memoria de algún lector, o quizá desaparezca como una gota de agua más en medio de la lluvia, como decía el replicante. Quién sabe. Mientras tanto, sigue trabajando en un colegio de Barcelona durante el día, intentando convencer a los adolescentes de que dos más dos son cuatro, o de que deben inventarse una buena historia si quieren convencerlo a él de lo contrario. Por las noches, trabaja en secreto para la resistencia, y escribe mensajes clandestinos de socorro para ver si algún país extraterrestre lo acoge algún día como refugiado.